¿Obsesión o moda?
Los filtros fotográficos han captado la atención de la comunidad virtual específicamente para los usuarios de aplicaciones como Instagram y Snapchat.
El impacto que han causado estas aplicaciones se debe a la gama de efectos instantáneos aplicables a las fotografías capturadas desde el móvil y denominadas como «filtros de belleza».
Lo que empezó con un par de orejitas y nariz de perro ha terminado convirtiéndose en una obsesión denominada como la «fiebre de los filtros».
Quienes hacen uso de ellos expresan que los filtros les dan una ilusión de belleza imposible de conseguir en la vida real, por lo que consideran que así es como deberían verse para poder encajar en ese ideal.
Actualmente un gran numero de personas no sube fotos a las redes sociales sin antes retocarlas mediante los filtros, muchos distorsionan su rostro a tal punto de perder su naturalidad cayendo en un concepto de belleza errado.
¿Qué reflejan los filtros de ti?
En primer lugar, el uso excesivo de filtros demuestra inseguridad; el no querer aceptar alguna cualidad o rasgo físico es una manifestación clara del rechazo por la apariencia propia.
A nivel emocional una persona que le desagrada su propia imagen es alguien que tiene un autoestima muy baja, por tal motivo busca parecerse a la imagen que una aplicación le muestra de sí mismo.
«Las apariencias engañan» y «Todo lo que brilla no es oro».
Hoy en día las personas lucen muy bien en sus fotos retocadas (ojos grandes, labios pronunciados, pómulos marcados y nariz refinada). Pero tras toda esa perfección se esconde una persona que está en desacuerdo con su fisonomía.
«Así también ustedes, por fuera dan la impresión de ser justos pero por dentro están llenos de hipocresía y de maldad», (Mateo 23:28).
¿Cómo influye el uso de filtros fotográficos?
Muchos psicólogos y expertos han descrito que la moda de los filtros de belleza virtual está afectando cada vez más a las personas, creando un modelo de belleza erróneo y agudizando cada vez más sus inseguridades.
Este fenómeno ha sido denominado como «dismorfia de snapchat» en relación con la primera red social que creó las máscaras de distorsión de rostros.
Incluso muchos médicos cirujanos advierten que esta moda está influyendo en los procedimientos quirúrgicos, ya que el número de pacientes que asisten a sus consultas con el deseo de parecerse más a sus filtros fotográficos, es cada vez mayor.
Espejismo de belleza
El cúmulo de todos estos factores en el mundo digital, representa un nuevo lineamiento en los estándares de belleza, que al ser llevados a la realidad, no es nada más que un simple espejismo imposible de alcanzar.
Tener un rostro perfecto no sirve de nada si en realidad no hay una aceptación propia, querer lucir algo que no se es, no es más que una fantasía que al fin y al cabo no logrará llenar los complejos internos.
La palabra de Dios enseña que Él no se fija en la apariencias físicas, sino que para Él lo más importante es lo que hay en el corazón (1 Samuel 16:7). Por tal motivo… ¿De que sirve agradar a los demás, sino se está agradando al Señor?
Es necesario reflexionar sobre el uso de estas aplicaciones; entender que cada vez que se hace un filtro a una foto se está distorsionando la realidad. Mostrando una imagen falsa de si mismo.
«Algunos de ustedes dicen: «Yo soy libre de hacer lo que quiera.» ¡Claro que sí! Pero no todo lo que uno quiere, conviene; ni todo fortalece la vida cristiana», (1 Corintios 10:23).
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