miércoles
Jueves 1 de octubre
martes
A ti que estas leyendo este mensaje
Hoy solo puedo decir: Gracias Señor
Poderosa oración al Arcángel San Gabriel para pedir un milagro
lunes
Que las familias se vuelvan a unir
Si algo aprendí en esta Cuarentena
viernes
ORACIÓN DE PROTECCIÓN CONTRA TODO MAL
Cuando te Ames
YA ME ECHARAS DE MENOS
NADIE NOS DEFRAUDA
𝗦𝗜 𝗟𝗔𝗦 𝗠𝗨𝗝𝗘𝗥𝗘𝗦 𝗘𝗡𝗧𝗘𝗡𝗗𝗜𝗘𝗥𝗔𝗡...
UN NUDO EN LA SÁBANA
UN DÍA BAJÉ A MI HIJOS Y YA NUNCA LOS VOLVÍ A CARGAR
¡¡A QUE LA TIZNADA!!
YA NO LO QUIERAS TANTO
CONSEJOS PARA LA MUJER FUERTE
Si eres una mujer fuerte
protégete de las alimañas que querrán
almorzar tu corazón.
Ellas usan todos los disfraces de los carnavales de la tierra:
se visten como culpas, como oportunidades, como precios que hay que pagar.
Te hurgan el alma; meten el barreno de sus miradas o sus llantos
hasta lo más profundo del magma de tu esencia
no para alumbrarse con tu fuego
sino para apagar la pasión
la erudición de tus fantasías.
Si eres una mujer fuerte
tienes que saber que el aire que te nutre
acarrea también parásitos, moscardones,
menudos insectos que buscarán alojarse en tu sangre
y nutrirse de cuanto es sólido y grande en ti.
No pierdas la compasión, pero témele a cuanto conduzca
a negarte la palabra, a esconder quién eres,
lo que te obligue a ablandarte
y te prometa un reino terrestre a cambio
de la sonrisa complaciente.
Si eres una mujer fuerte
prepárate para la batalla:
aprende a estar sola
a dormir en la más absoluta oscuridad sin miedo
a que nadie te tire sogas cuando ruja la tormenta
a nadar contra corriente.
Entrénate en los oficios de la reflexión y el intelecto
Lee, hazte el amor a ti misma, construye tu castillo
rodealo de fosos profundos
pero hazle anchas puertas y ventanas
Es menester que cultives enormes amistades
que quienes te rodean y quieran sepan lo que eres
que te hagas un círculo de hogueras y enciendas en el centro de tu habitación
una estufa siempre ardiente donde se mantenga el hervor de tus sueños.
Si eres una mujer fuerte
protégete con palabras y árboles
e invoca la memoria de mujeres antiguas.
Haz de saber que eres un campo magnético
hacia el que viajarán aullando los clavos herrumbados
y el oxido mortal de todos los naufragios.
Ampara, pero ampárate primero
Guarda las distancias
Constrúyete. Cuidate
Atesora tu poder
Defiéndelo
Hazlo por ti
Te lo pido en nombre de todas nosotras.
lunes
Tu madre puede descubrir a una "Amiga falsa"😒o a un "Mal novio"
No tiene sentido llenar Facebook de versículos bíblicos
LA CASA DE LA PERSONA QUE ESTÁ LEYENDO ESTÉ MENSAJE, Y LA MIA
A mí si me da gusto que le vaya bien a los demás, el sol sale para todos
miércoles
Cuando siento que no puedo más
Círculo vicioso de la ira: cuando las emociones te dejan atrapado
Sensación de injusticia, rabia acumulada, tensión... La ira puede dejarnos atrapados en un laberinto sin salida. Lo hace poco a poco y sin que nos demos cuenta, incrementando la frustración y el malestar. ¿Cómo podemos romper este círculo?
El círculo vicioso de la ira es la base de muchas conductas autodestructivas que rompen relaciones y provocan situaciones incómodas que, tarde o temprano, alimentan el arrepentimiento. El impacto de esta dimensión psicológica suele ser inmenso, si no la gestionamos de manera adecuada. Lo que ocurre es que no todos estamos habilitados en esta competencia de la vida tan esencial.
Dante situó los pecados cometidos por la ira en el séptimo círculo. Lo dividió a su vez en otros tres más, algo más pequeños y de piedra porque, según él, este aspecto del ser humano nos aboca a cometer múltiples actos, como la injuria o diferentes formas de violencia. Esta área del infierno estaba vigilada a su vez por una figura mitológica e imponente: el minotauro.
Pocas emociones tienen una connotación más negativa y adversa que la ira. Sin embargo, desde un punto de vista psicológico, es importante saber que cumple su función y que es indispensable en nuestro repertorio emocional y conductual. Porque la ira nos hace reaccionar ante las injusticias, ante aquello que nos hace daño o desafía los propios valores.
Además, todos tenemos pleno derecho a experimentar ira, pero también tenemos la obligación de saber manejarla. Si lo hacemos de manera inteligente, generaremos adecuados cambios para recuperar el equilibrio y sentirnos mejor.
Círculo vicioso de la ira: qué es y cómo romperlo
Podríamos decir sin equivocarnos que la ira tiene muchas semejanzas con el miedo. A nivel psicológico, ambas emociones nos hacen huir de algo o pelear contra ese algo. No hay término medio. La mente y el organismo se sitúan en modo supervivencia porque hay algo que nos molesta, que nos hiere y que atenta contra nuestra integridad de algún modo y, como tal, sentimos la necesidad de escapar o actuar.
Sin embargo, pocas personas comprenden esta emoción. Solemos etiquetar a la ira como negativa sin saber que, en realidad, encierra un gran poder de transformación. De hecho, nos impulsa a la acción y, en general, el hecho de actuar suele ser una oportunidad para cambiar.
La ira bien dirigida puede permitirnos solucionar problemas y situaciones complejas. No obstante, antes de ello, necesitamos comprender su anatomía y, en concreto, el circulo vicioso de la ira.
¿Por qué sentimos ira?
La ira es un estado que puede ir desde la simple molestia hasta la rabia. La puede provocar una decepción, la frustración, recibir un insulto, la sensación de injusticia, que atenten contra nuestros valores e integridad física, etc. Asimismo, esta emoción cursa con una activación física intensa muy similar a la del miedo: el corazón se acelera, los músculos se tensan y lo que es más preocupante, el cerebro deja de pensar de manera racional para dejarse secuestrar por las emociones.
Ahora bien, hay un hecho importante sobre la ira que debemos conocer. Esta emoción puede ganar intensidad si la «alimentamos», si lejos de gestionarla dejamos que gane en intensidad. ¿Y de qué manera nutrimos o hacemos más grande esta emoción? A través del círculo vicioso de la ira.
Círculo vicioso de la ira ¿en qué consiste?
El círculo vicioso de la ira es una trampa que nosotros mismos creamos y fortalecemos a través de los pensamientos. Estudios como los llevados a cabo por el departamento de psicolobiología de Texas inciden en el hecho de que este mecanismo se da cuando la ira es muy intensa.
Es en ese momento cuando dicha emoción actúa como un adormecedor cognitivo. Dejamos a un lado nuestra capacidad de reflexión y se encienden una serie de procesos muy problemáticos. Son los siguientes:
Por un lado, está el factor desencadenante, aquello que nos genera molestia, enfado o rabia.
Dimensiones fisiológicas. La activación psicofisiológica es muy intensa, nos tensiona, nos bloquea y nos sitúa en un estado muy complejo en el que podemos acabar dando golpes, gritar o incluso romper a llorar.
Las emociones acumuladas. A pesar de que reaccionemos fisiológicamente, la ira suele acumularse; se integra en nuestro interior alterando nuestro equilibrio, distorsionándolo todo.
Los pensamientos alterados. Cuando engullimos nuestras emociones y no las gestionamos, el pensamiento se altera y cambia. Es entonces cuando todo nos molesta, cuando empezamos a perder la paciencia, surge la desconfianza, la frustración y el hartazgo.
Realidad distorsionada. Cuando el pensamiento está suspendido en la negatividad, la ira contenida y el malestar, el mundo externo cambia. Todo se vuelve gris, nada nos atrae, a la mínima saltamos por nada y casi cualquier cosa nos hace enfadar. Casi sin darnos cuenta, experimentamos ira y rabia por cualquier cosa.
Controla la ira antes de que te controle a ti
Tal y como podemos intuir, el ciclo vicioso de la ira puede traernos consecuencias poco adecuadas. Estos estados mantenidos en el tiempo derivan en problemas relacionales y en estados de ánimo muy desgastantes.
La mente que queda atrapada por la ira necesita aplicar nuevos enfoques y adecuadas estrategias para resolver ese nudo emocional y avanzar. ¿De qué manera? Estas son algunas claves.
Técnicas de respiración profunda o diafragmática para reducir la tensión interna.
Reestructuración cognitiva. Es momento de cuidar los pensamientos y dejar de aferrarnos a ciertas ideas. Un pensamiento más flexible nos permitirá dejar de reforzar ideas que incrementan la ira y alimentan la frustración.
Técnicas de resolución de problemas. Es necesario integrar en la mente estrategias para resolver esos problemas que a veces se encallan y nos enfadan.
Una comunicación más asertiva. Debemos aprender a comunicar, reclamar con respeto, saber escuchar, respetar y defender nuestras necesidades de forma asertiva.
Técnicas de gestión emocional. Saber lidiar con las emociones sin que estas nos dominen a nosotros es una estrategia de calidad de vida.
Por último, y no menos importante, todo círculo vicioso de la ira puede romperse haciendo cambios. Conocer gente nueva, iniciar proyectos diferentes e introducir en la rutina nuevas aficiones nos permitirá distraer la mente y focalizarla en otros aspectos. Pongamos en práctica estas claves y aprendamos a navegar un poco mejor a través de estos estados emocionales.
No busques, permite que te encuentren
La vida es demasiado corta como para correr detrás de alguien que ni siquiera camina por ti. No es necesario ir detrás cuando ya saben dónde estás, cuando conocen tu hogar y saben de tus misterios. Por eso, no busques, permite que te encuentren.
Lo cierto es que hay personas a las que no les importamos pero que, sin embargo, a nosotros sí que nos importan. En estos casos puede resultarnos difícil comprender la situación, pues el interés por los demás no habla el lenguaje del egoísmo. Pero no busques algo que no te ofrecen, tampoco lo mendigues.
Recuerda que tu número de teléfono está compuesto de los mismos dígitos y que, en realidad, no existe la falta de tiempo, sino la falta de interés. Piensa en que cuando alguien quiere o necesita de algo o de alguien es capaz de remover cielo y tierra para compartir aunque sea unos segundos.
El cariño no se suplica
No busques. Arrastrarnos y suplicar migajas de un cariño que no nos quieren dar no es saludable ni a corto ni a largo plazo. Sin embargo, puede que ciertas muestras nos lleguen a enternecer y que nos sirvan para buscar motivos para seguir anclados en el deseo de que esa persona permanezca en nuestra vida.
Si nos paramos a pensar, lo único que hacemos con esa actitud es prolongar de manera innecesaria el sufrimiento emocional. Someternos a la voluntad de los otros hace que nos convirtamos en marionetas de sus necesidades y de sus antojos.
En este sentido, como es obvio, hay cosas que pasan porque tienen que pasar, pero hay otras que pasan cuando hacemos que pasen. No podemos sentirnos libres ni ser felices si vivimos aferrados y atados a unas esperanzas que manejan los demás.
No busques, deja que el viento se lleve lo innecesario de tu vida
Resulta complicado soltar o dejar marchar aquello que consideramos muy nuestro, ya sean sentimientos o personas. Es decir, que a ciertas piedras que cargamos sobre nuestra espalda nos une un sentimiento de identidad y pertenencia que se fusiona con nuestro miedo a perder algo que creemos tan intenso e importante.
Sin embargo, a pesar de que todo ese caos emocional nos ate a ciertas personas, también acabamos cansándonos de que no nos valoren. Es probable que cuando nos percatamos de esto nos sintamos algo egoístas, lo cual es terrible para nuestra salud emocional.
Sentir que si no aguantamos un poco más una situación o a ciertas personas estamos fracasando es algo asombrosamente común. El fundamento de este sentimiento es el miedo que nos da enfrentarnos con el vacío que la pérdida genera.
Dicho de otra manera, sentimos que si dejamos de sacrificarnos perdemos la oportunidad de construir parte de la historia emocional de nuestra vida. Sin embargo, lo que realmente estamos haciendo es comportarnos de la manera más cruel posible con nosotros mismos, con nuestras expectativas y con nuestros deseos.
El camino de ida hacia la libertad emocional está construido a partir de las piedras que vamos soltando; es decir, de sentimientos y personas tóxicas de las que nos vamos deshaciendo.
Soltar es la única manera de dejar hueco a nuestras fortalezas, de asumir nuestros errores y de conseguir manifestar nuestras intenciones y nuestro compromiso. De esta forma evitamos que lo negativo le reste espacio a lo positivo, consiguiendo incrementar nuestro entusiasmo por la vida y nuestro bienestar.
No es más fuerte quien más soporta, sino quien es más capaz de “soltar”
Si no te trae alegría a tu vida… SUELTA
Si no te ilumina ni te construye… SUELTA
Si permanece, pero no crece… SUELTA
Si te procura seguridad y así te evita el esfuerzo de desarrollarte… SUELTA
Si no brinda reconocimiento a tus talentos… SUELTA
Si no acaricia tu ser… SUELTA
Si no impulsa tu despegue… SUELTA
Si dice, pero no hace… SUELTA
Si no hay un lugar en su vida para ti… SUELTA
Si intenta cambiarte… SUELTA
Si se impone el `yo´… SUELTA
si son más los desencuentros que los encuentros… SUELTA
Si simplemente no suma a tu vida… SUELTA
SUÉLTATE…la caída será mucho menos dolorosa que el dolor de mantenerte aferrado a lo que pudo ser pero no es
No busques ni vayas detrás de lo que no quieren darte, suéltalo… Pero mantente abierto a la posibilidad de que te encuentren aquellos que si quieren forman parte de tu vida de una manera sana. No busques, permite que te encuentren..
El placer de dar y ayudar
Una sonrisa a la cajera del supermercado, ayudar con las bolsas a alguien que va muy cargado, devolver una cartera que se le ha caído al transeúnte que va delante de nosotros… Todo esto, todas las pequeñas acciones que realizamos de forma voluntaria, nos provocan una sensación de placer y bienestar inexplicables.
Hay un dicho que circula y que dice que “quién da más, recibe más“, pero eso sí siempre sin querer recibir recompensa alguna por ello o reciprocidad en sus actos. Una forma desinteresada de ayudar a alguien, una forma de sentirnos bien con nosotros mismos y de hacer sentirse bien a los demás.
Atrévete a caminar aunque sea descalzo, a sonreír aunque no tengas motivos, a ayudar a otros sin recibir aplausos
Ayuda a quien de verdad lo necesita
En muchas ocasiones te habrá ocurrido que has ayudado a alguien que ha rechazado tu ayuda o que has ayudado, y al final esa ayuda no se ha visto plasmada. Debemos fijarnos bien y observar quién de verdad necesita nuestra ayuda y quien puede “arreglárselas solo”. Pues en ocasiones las personas tienen que pasar por ciertas dificultades para hacerse más fuertes y aprender.
También, existen las personas que por orgullo o arrogancia no desean tu ayuda porque se sienten insultadas. Creen que las ves como personas débiles y eso les incomoda. Ante esto, no te esfuerces. Las personas que de buenas a primeras rechazan tu ayuda no merecen que sigas insistiendo, más que nada porque lo harás peor.
Ayuda y da, deliberadamente, a aquellas personas que de verdad lo necesiten. Personas que pueden ser cercanas o totalmente desconocidos. El ofrecer ayuda, en ocasiones, se vuelve un arte, ya que no todo el mundo está dispuesto a ser ayudado ni siempre es bueno ayudar. Por lo que es importante encontrar el momento adecuado.
Dar y ayudar también puede ser una muy buena forma de hacer buenas amistades, de interactuar con los demás y descubrir personas muy especiales y bellas.
Nunca olvides que recibes lo que un día sembraste.
Dar desde la ternura y la compasión
Aunque no recibas nada, el placer que sientes al dar y ayudar de forma desinteresada no te lo podrá dar nada más. Además, piensa que las cosas buenas que das, las cosas buenas que tú haces, eso es lo que recibirás el día de mañana. Richard Davidson, neuropsicólogo e investigador, asegura que dar a través de la ternura y la compasión cambia la estructura cerebral y que su influencia abarca muchos ámbitos. Afirma que “una de las cosas más interesantes que he visto en los circuitos neuronales de la compasión es que la zona motora del cerebro se activa: la compasión te capacita para moverte, para aliviar el sufrimiento“.
Por otro lado, Davidson asegura que “una de las cosas más importantes que he descubierto sobre la amabilidad y la ternura es que se pueden entrenar a cualquier edad. Los estudios nos dicen que estimulando la ternura en niños y adolescentes mejoran sus resultados académicos, su bienestar emocional y su salud“.
Todo lo que hagamos influirá en nuestro futuro. ¡Cómo quejarnos de lo mal que nos va si en un pasado actuamos con maldad! La bondad, el bien por hacer el bien, es lo que realmente luego da sus frutos. Da sonrisas y recibirás sonrisas, reparte bondad y recibirás bondad.
El mundo es un lugar que aún tiene muchas cosas que descubrirte. Cosas que son positivas. Pero debemos empezar a apreciar esos pequeños actos que, en ocasiones, no le damos la importancia que debiéramos.
Lo que daremos, lo recibiremos, de alguna u otra forma. Empieza desde hoy mismo a practicar aún más si cabe el placer de dar y ayudar. ¿Cómo te sientes?, ¿qué ha cambiado en tu vida? Ésta será mucho más positiva y tú serás mucho más feliz, ¿lo comprobamos?
Si das mucho es porque eres mucho, nadie da lo que no tiene
Cuando nuestro amor o nuestra bondad no son correspondidos podemos sentir el impulso de cerrarnos a los demás. Pero recuerda que, independientemente de cómo responda el otro, si das mucho es porque tú eres mucho.¿Has sentido alguna vez, en alguna circunstancia, que todo lo que diste fue en vano? ¿Te arrepentiste de entregar, al comprobar que no era valorado por el receptor de turno? La idea del mundo justo no siempre se cumple, y la ingratitud de otros puede llevarnos a desear cerrar nuestro caudal interno. Déjame decirte algo: si das mucho, es porque eres mucho.
Estamos equivocados cuando medimos la valía de nuestras acciones, o nuestro propio valor personal, en función de las respuestas externas. Nos sentimos avergonzados e ingenuos cuando nuestros buenos actos son pagados con indiferencia. Pero, ¿por qué colocamos ese poder en los otros?
¿Qué hay en tu vaso?
Imagina que vas caminando con un vaso de café en la mano. De pronto tropiezas, pierdes el equilibrio y el líquido se derrama. ¿Qué derramaste: agua, leche, vino? No, derramaste café porque es lo que había en tu vaso. Del mismo modo, cada uno de nuestros actos da cuenta de lo que llevamos en nuestro interior.
Si das mucho es porque eres mucho. Si entregas amor, lealtad, ayuda y perdón es porque eso habita en ti. Las personas amorosas, aman. Las personas heridas, hieren. Quienes son felices, entregan felicidad y quienes expulsan veneno en sus palabras, solo denotan su veneno interior. Cuando comprendes esta premisa puedes salir de la trampa de identificarte con los actos de los otros.
¿Alguna vez preparaste un regalo para alguien que no lo valoró? ¿Ofreciste lealtad a una amistad que terminó traicionándote? ¿Te esforzaste en un empleo donde no reconocieron tus talentos y cualidades?
Probablemente te hayan tachado de ingenuo por confiar, de blando por entregar o de tonto por esforzarte. Sin embargo, tú eres lo que das, no lo que el otro responde. Tú eres el amor que pusiste en el regalo, la fidelidad que otorgaste y la responsabilidad que mostraste. La ingratitud, la traición y la indiferencia son el contenido del vaso de los otros, mas no del tuyo.
Si das mucho es porque eres mucho
Así, si amas y no eres correspondido, has de tener claro que tu amor no pierde valor. Si confías y te traicionan, tu confianza no se convierte en una cualidad negativa. Quien no entrega amor es porque no lo tiene dentro de sí, quien traiciona es porque guarda traición en su interior. Nada de lo que el otro haga te representa a ti, sino a él.
Entonces, desoye a quienes te aconsejan cerrarte, limitarte o condicionar tu forma de ser. Es muy común que las personas se rijan por el “si tú me das, yo te doy”. Olvida esos regateos inútiles, te doy mucho porque soy mucho; si tú también me das, te lo agradezco; si no, haré un esfuerzo por comprenderte.
Que tus acciones son independientes de las mías, que no he de actuar en función de lo que harán los otros sino de lo que yo soy. Dejo de estar pendiente de lo que ocurre afuera y comienzo a vivir mirando hacia dentro. ¿Qué siento yo? ¿Qué me nace hacer de forma natural?; esa es mi esencia y por ella debo regirme.
Comienza siempre por ti
Así, no te limites por miedo a que los demás no te correspondan, no te culpes por haber dado lo que nacía de ti. Sin embargo, asegúrate de que ese caudal interno se dirija siempre a ti en primera instancia. Ama, y hazlo sin medida, pero ámate incondicionalmente primero. Confía sin recelo en los demás, pero primero en tu intuición. Sé responsable en tu trabajo, pero selo primero contigo mismo y con tu propio bienestar.
El único error que cometemos no es dar mucho, sino olvidarnos de darnos antes a nosotros mismos. Cuídate de entregárselo todo a alguien porque entonces quedarás vacío. Así, asegúrate de ser tu prioridad, de nutrirte y colmarte primero del amor, el perdón, la lealtad y la confianza que ofreces a los otros.
Sería absurdo pedirle al sol que no brille, al viento que no sople y a las mareas que se detengan. Del mismo modo, es ilógico impedirte dar, amar, confiar y disfrutar. Das mucho porque eres mucho y esto es así con independencia de lo que te devuelvan.
8 cosas que debes saber del amor verdadero
Decían los Beatles en su famosa canción aquello de All You Need Is Love (todo lo que necesitas es amor). Ahora bien ¿qué tipo de amor es el que debemos buscar? Sabemos que no nos vale cualquiera, y que en este arte del querer hay que tener cabeza para no nutrirnos solo de decepciones. Todos ansiamos de algún modo un amor verdadero. Saber qué lo define es sin duda un primer paso.
Por curioso que resulte, los terapeutas de pareja se encuentran muy a menudo con este mismo dilema: el tener que explicar a sus pacientes qué es eso a lo que llamamos “amor verdadero”. Cabe decir también que cada vez que iniciamos una relación nos decimos a nosotros mismos que lo hemos encontrado. Nos embarga la ilusión, la pasión y todo ese torrente de neurotransmisores dotándonos de un sinfín de intensas emociones. Sin embargo, al cabo del tiempo acontece algo que pone en duda esa primera afirmación. No, no era nuestro amor verdadero.
Uno no puede decir que ama al otro hasta que no se conocen sus demonios, su ira, su enfado y sus contradicciones. Hace falta amar de verdad para comprender que en una relación no todo es belleza, sino que también hay caos y, junto a él, dinamita.
La investigación científica nos dice que hay muchos tipos de amor. Tenemos el amor romántico, el posesivo, el amor ágape, el que se basa solo en la atracción, el que se basa en la amistad, el que cultiva la intimidad… Sin embargo, definir con exactitud cómo es el amor verdadero no siempre es fácil. En cierto modo sería un amor ágape, ese que se basa en la madurez y la comprensión, ese donde además existe una trascendencia, un compromiso auténtico y firme… Veamos todas sus características.
1. El amor verdadero parte primero del amor propio
A menudo lo hacemos: nos enamoramos del amor. Tendemos a alimentar un ideal, ese que durante generaciones nos ha transmitido la imagen del amor romántico. Sin embargo, no debemos equivocarnos. Este concepto, este esquema relacional deriva en auténticos suicidios emocionales, pérdidas de autoestimas y relaciones dependientes.
Para amar sin dependencia ni necesidad, hace falta valorarnos a nosotros mismos primero. Por tanto, no olvidemos lo siguiente, para decir “te quiero” primero debes saber decir “me quiero”. El amor propio y el conocimiento de uno mismo son las claves para generar relaciones saludables.
En resumen, para encontrar a la persona adecuada, para dar con ese amor verdadero, también debemos prepararnos nosotros para una relación. Esto exige un trabajo interior que puede resultar costoso pero que, sin embargo, tendrá grandes beneficios.
“Si el amor fuera un árbol, las raíces serían tu amor propio. Cuanto más te quieras, más frutas dará tu amor a los demás y más sostenible será en el tiempo”.
-Walter Riso-
2. Amar es querer sin condiciones
Es normal que no nos guste todo de nuestra pareja. Sin embargo, las diferencias hacen más hermoso el amor, y su vez, lo complementan. Si nos limitamos a amar solo aquello que nos gusta de la otra persona, tendremos una relación incompleta. Si nos focalizamos en idealizar al otro, viviremos en una mentira. Todo ese cariño no se podrá sostener por mucho tiempo. Por tanto, abramos los ojos y aceptemos a la otra persona con todos sus matices, sus defectos, virtudes, errores, grandezas, luces, sombras…
3. Amar no es necesitar, es preferir
La dependencia y el amor están tan reñidos que si les obligamos a coexistir, se destruyen. Nadie en la vida tiene la responsabilidad de completar lo que nos falta. Por eso preferir en vez de necesitar tiene como consecuencia directa otorgarle más valor a la persona que queremos, pues la valoraremos por quién es y no por lo que nos aporta.
La resolución de este punto está muy ligada al primero; es decir, necesitamos trabajarnos y cuidarnos a nosotros mismos para no caer en la “necesidad” de que alguien tape nuestras heridas y elimine nuestras carencias. Por eso, la clave del amor verdadero está en nosotros mismos.
4. Ser la pareja perfecta no significa no tener problemas, sino saber solucionarlos
El amor verdadero no está exento de problemas. La armonía no siempre es perfecta, ni se es inmune a las dificultades. A veces caemos en ese mismo error: creer que para que el amor funcione no deben existir las discusiones, las diferencias, los retos. Sin embargo, debemos tenerlo claro, la pareja perfecta en realidad es aquella capaz de resolver los problemas a través del respeto, del compromiso y de la estabilidad. Es no coincidir en todo, pero disponer de unos mismos valores donde trabajar en conjunto, por un mismo proyecto aceptando las diferencias.
5. El amor verdadero no crece de la nada, se construye
Para construir el amor es necesario formar un equipo y establecer las normas del juego. Para poder saltar a esa cancha relacional y afectiva deberíamos saber que son necesarias la comunicación, la escucha sincera y empática, los diálogos abiertos y la eliminación de pretensiones.
El amor se construirá con los cimientos del apoyo, del reconocimiento y del cariño verdadero. A través de estas premisas construiremos algo mejor que un amor: una complicidad.
6. Para amar de manera plena debes establecer tus límites emocionales
Una relación sana no está fundamentada en juegos de poder ni en condiciones, sino que se basa en propósitos conjuntos, equilibrados y saludables. Así, deberíamos deshacernos de la idea del sacrificio ligado al amor.
Hay ciertas cosas que no debemos tolerar como son el abuso, el engaño, la manipulación emocional, el maltrato o la violación de nuestros valores. Todos ellos se fundamentan en la falta de respeto y la falta de amor, por lo que rechazarlo significa no sobrepasar nuestros límites emocionales.
7. Al verdadero amor no se le conoce por lo que exige, sino por lo que ofrece
El amor no es control ni exigencia, es libertad y confianza. A pesar de esto, la esclavitud emocional es mucho más común de lo que nos gustaría reconocer; de hecho, es más que habitual encontrarnos con ideas erróneas en cuanto al compromiso y la pareja.
Por eso, es necesario eliminar victimismos y reproches que pretenden justificar malas acciones o malas palabras. Este tipo de comportamientos nos mantienen atrapados en una espiral negativa que nutre nuestra relación de oscuridad, desconfianza y falsas expectativas.
Del mismo modo, si por estar al lado de alguien tienes que sacrificar parte de ti y de tu vida, entonces ese amor te está mermando. El amor se basa en el respeto y en el crecimiento individual de cada uno de los miembros de la pareja.
8. Si el amor te aprieta, no es tu talla
Si el amor duele, significa que no es amor, que estamos confundiendo sentimientos y que nos estamos haciendo daño a nosotros mismos. Es decir, si percibimos que nos estamos ahogando ¿no es ya el momento de salir del agua? No somos nosotros los que debemos cambiar para encajar con nuestra pareja, no es uno mismo quien está obligado a caber en cada expectativa, a callar cada ofensa, a cerrar los ojos a cada desilusión. En el caso de que la relación suponga angustia, lo mejor es dejarla ir.
Si un miembro de la pareja veta una parte del otro, es hora de decir adiós y dejar marchar. Debemos ser capaces de restablecer prioridades, de salvaguardar nuestra dignidad.
Para concluir, buscar y encontrar una pareja puede ser más fácil de lo que pensamos. Sin embargo, el amor verdadero no solo se encuentra sino que se trabaja cada día para hacer de ese hallazgo un proyecto, de ese amor una seguridad y una ilusión con la que crecer como personas haciendo equipo, dando forma a la felicidad.